La Punk Major y Rita Tonic



La Punk Major y Rita Tonic


El liguero aprieta sus muslos, solo quiere dejar atrás esa casa de cavernícolas para colocárselo y olvidar que debe comportarse como todo el mundo espera.

Ella es “La Punk Major”, así llaman a Sandra todos en el barrio. Desde pequeña fue diferente, sus padres siempre la educaron en las tradiciones peperas más castizas de las tierras valencianas. A ella le gustaba, pero debido a su fuerte personalidad imponía sus gustos por encima de toda tradición.

Su casa era un vórtice donde las banderas y los trajes de fallera estaban por encima de las muestras de cariño y la educación. Una de las normas de esa casa es que las mujeres debían vestir el traje de fallera los 365 días del año, tradición que a “la Punk Major” le vino bien ya que su identidad se basaba en ese traje, pero eso sí, ella lo trasformó en un uniforme más moderno. Por ejemplo, hoy, en cuanto sale del edificio de sus padres y como siempre en un mecánico ritual, se sube la falda dejando ver un liguero negro con naranjas bordadas en la parte más alta. Las bragas a la vista, enfundada en una estrecha camiseta de los Ramones, su camisa favorita, ahora sí parece ella. De su bolso negro con tachuelas saca varios espray de colores para tintar las “ensaimadas” que desde pequeña lleva en el pelo. Ayudada por el espejo del sex shop de su calle se quita la peineta y se la coloca a modo de cresta. Varios abalorios, collares, anillos y lista para irse de botellón con sus amigos.

Antes era una niña “bien” que hacía caso a sus padres, siempre correcta, no salía, rezaba e iba a misa para aparentar lo que no era, pero un día, cuando apenas contaba con 19 años y recién aprobado el carnet de conducir, recibió una llamada en la noche del 28 de junio. Eran más de las tres de la mañana cuando su móvil comenzó a vibrar y por el movimiento cayó al suelo despertándola. Era su tía Rita, la oveja negra de la familia.
Rita, la hermana de su padre, desde muy joven, siempre fue una rebelde que nunca quiso vestir como todos esperaban, su sueño era vestir como los varones de la familia y jugaba en la calle al futbol con los trajes de su padre. Intentaron enderezarla pero ella resistió las obligaciones de la familia y la dejaron por imposible cuando de mayor montó una charcutería junto a una amiga que todos en el barrio sabían que era su amante. Todas las mujeres de la familia la llamaban “La Macha” mote que en la actualidad ha pasado a “Rita Tonic” por su afición a beber.
Por esa afición Rita Tonic llamó la noche del 28 de junio a la Punk Major.

                      — Cariñet…
           — Tía… ¿Eres tú?
           — Por favor, ven a buscarme al “Mogambo”, el bar que está frente a mi charcutería.

La Punk Major siempre escuchó historias sobre su tía y el Mogambo. Hubo rumores de que incluso el bar era de ella y que con las ganancias de la venta de sus famosos chorizos hizo construir un túnel que unía la charcutería con el bar. Que era un bar de lesbianas y que todas las tardes, cuando echaba el cierre iba allí y acababa borracha perdida. Rumores que ese día se convirtieron en realidad cuando al llegar a la puerta del Mogambo encontró a su tía tirada en el suelo con un traje chaqueta rojo y sin poder levantar la cabeza debido a la cantidad de alcohol que recorría por sus venas.

Esa noche todo cambió para la Punk Major. Cogió a su tía con la ayuda de las fornidas y masculinas amigas que la custodiaban y la metió en el coche como pudo. Ella seguía inconsciente y no sabía qué debía hacer. ¿Llamar a su madre? ¿A su padre? ¿Llevarla sin más a casa? Hasta ese momento era una niña responsable y el cargo de conciencia por lo que estaba haciendo la mataba. Decidió llevarla sin más a su casa y olvidar cuanto antes la noche pero en cuanto arrancó el coche, su tía, sentada con las bragas en las rodillas a su lado abrió los ojos y la miró.

       — Cariñet, has venido, sabía que podía contar contigo. Venga tira, vamos a tomar algo que me muero de hambre.

La Punk Major, casi sin mirarla aceleró y la llevó hasta el primer sitio abierto que vio. Sentadas en la terraza de la última horchatería abierta en Valencia hablaron, comieron y bebieron.

De esa noche se llevó muchas cosas, pero sobre todo un tres de ellas: La manía de comer los fartons de dos en dos dejando que el azúcar resbalara por la comisura de los labios, un bolso muy caro y el secreto mejor guardado de Rita Tonic: que para tener éxito en este mundo hay que vivir la vida como los demás quieren que la vivas pero luego hacer lo que te da la gana.

         Cariñet, el éxito lo tendrás solo de una forma: Aprovéchate de la gente, la gente es tonta. ¿Cómo te crees que yo he tenido éxito? ¿Te crees que mis chorizos son los mejores? No, lo que hay que hacer es venderse, hay que ser la mejor entre todos, la más religiosa, la más recta y cariñosa. Tienes que ser como todos quieren que seas, pero solo a sus ojos, luego haz lo que te dé la gana. Que quieres robar… hazlo, que quieres comerte un coño… hazlo, que te quieres cagar en todos ellos… hazlo, lo bueno es que aunque lo hagas a su cara no lo creerán porque siempre serás la chica buena que viste de fallera. Para ser feliz hay que tener dinero y morro, mucho morro. Mírame a mí, puedo hacer los chorizos con la carne del pueblo y aún así se los podría vender al precio que quiera.


Desde aquel día La Punk Major comenzó a ser la chica que hoy en día era. Pocas veces volvió a ver a su tía Rita Tonic, alguna vez que otra la ve apoyada en la puerta del Mogambo cuando pasa con su moto cortando el viento con su peineta-cresta, pero las enseñanzas de su tía la llevaron a ser la chica independiente y pepera que era. 



Los autores quieren dejar claro que todo parecido con la realidad es pura casualidad. 

¡Senyor pirotècnic pot començar la PETARDÀ!

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